El recuncho de Tana

Todos necesitamos un lugar propio. Un sitio seguro desde el que asomarnos a esa niebla en la que nos arriesgamos a pescar dulces sueños... o ácidas pesadillas. Éste es el mío.

Nombre: Tana
Ubicación: Zaragoza, Spain

Érase una vez una mujer que buscaba. Encontró la perfección en la combinación de las palabras y el silencio. Y por eso, siempre estaba acompañada de libros. No renegaba de sus rarezas, se complacía en ellas. Era un poco desastre, pero auténtica. Sí, yo soy ella. A veces dura, a veces tierna... siempre imperfecta.

domingo, julio 30, 2006

Memorias de una geisha


- No debemos esperar la felicidad. No es algo que merezcamos. Cuando la vida va bien, es un regalo inesperado. No puede durar siempre.
¿Y por qué no? ¿Por qué ser tan negativos como para pensar que nada dura para siempre? Ese planteamiento nos mete el miedo en el cuerpo y no nos deja disfrutar de lo que tenemos; el miedo atenaza y tiñe de gris los momentos que deberían ser disfrutados en tecnicolor.
Prefiero seguir creyendo en los cuentos de hadas.

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viernes, julio 28, 2006

Pensamientos

Pensamientos. Kimmo-art.
"¿En qué piensas?". Leí esta frase en un libro ayer, antes de acostarme. Me pregunté cuántos, realmente, contestamos con sinceridad a esa pregunta aparentemente inocente, que puede encerrar desde la curiosidad más ingénua, hasta el deseo de posesión más absoluto.

lunes, julio 24, 2006

Besos

Lloviendo besos

Para conocerme del todo,
tendrías que probar mi beso
mas dulce,
ese de miel de acacia.
Tendrías que probar el más
amargo,
la hiel de una borrachera
de vino sin glamour,
denominación tetrabrick.
No olvides probar el beso
más triste,
ácido, de tabaco rancio
y regusto de otras bocas.
Y detrás de todos ellos,
aún faltaría mi beso
más puro,
piruleta de fresa, rojo, ingénuo...
ese que ya nunca podré darte.

Tana Guiance

jueves, julio 20, 2006

Los sueños

El vendedor de sueños. Amparo Garzón
Mis sueños no se compran ni se venden. Ni tan siquiera puedo forzarlos a venir, cuando no quieren. Porque mis sueños son libres. ¡Me he sentido tan sola sin ellos!
Hace un tiempo, mis noches se volvieron pozos negros. Para mí no existe descanso sin color, aunque sea el blanco y negro; sin sabor, aunque sea el de mis propias lágrimas; no hay reposo sin olor a mar o a viento, sin quemazón de tormenta, sin caer al vacío o volar entre nubes. Sin todo ello..., no puedo.
Dormir sin sueños. Hay gente que pagaría por ello. Yo no. Ellos son mi mercromina, con ellos me curo, me entiendo -y no es fácil, no, no siempre es fácil-.
Pues igual que se fueron un día, han vuelto. En ellos vi, entre otras cosas, el nacimiento de un niño, un niño ajeno, uno que no ha venido a traer alegría a mi familia, pero ha ido a donde tenía que ir, aunque aún no le esperaban ¡Se dio tanta prisa! Los nonatos se vuelven impacientes, a veces...
Entre la tranquilidad y el silencio, él preparaba su llegada y sólo yo lo sabía: que venía... y que todo iría bien.

domingo, julio 16, 2006

Primer cumpleaños

Mi amigo Agustín dice que las casualidades no existen. Si él tiene razón, el otro día, sin saberlo, en mística comunión de mujeres, quizás celebrábamos también el primer año de este blog. Entre muchas otras cosas, también de eso hablamos. De escribir. De nuestros estilos. De lo que sentimos cuando lo hacemos -placer tan solitario- y de por qué parezco más desnuda en el blog, que en otros textos.
Y tal cual soy, despistada sin remedio..., no me he dado cuenta de la fecha que era, hasta hoy.

jueves, julio 13, 2006

Tarde entre chicas

Cuatro amigas. Sandra Dooley
Mis amigas me ayudaron a desnudarme y celebrar un aquelarre de palabras a tres bandas. Para que me explicara. Para que las entendiera...
Tarde de introspectiva. Bucea hondo. Más hondo. Más..., me animaban. Y los elementos se inquietaban y se nos erizaban los cabellos mientras brotaban las palabras del caldero negro.
Gracias, Francis. Gracias, Cris. Por compartir. Ahora ya igualadas en la imperfección que nos hace así, tal cual somos.

lunes, julio 10, 2006

Mujercitas II

"Hay un libro en el que creí ver reflejado mi futuro: Mujercitas, de Louisa May Alcott... Yo quería a toda costa ser Jo, la intelectual. Compartía con ella el rechazo a las tareas domésticas y el amor por los libros. Jo escribía, y para imitarla empecé mis primeros cuentos cortos."
Simone de Beauvoir, Memorias de una joven formal
Crecí leyendo y releyendo Mujercitas. No me cansaba de hacerlo. Quería ser hacendosa, como Meg, y escritora, como Jo. Beth y Amy no tenían para mí mucho atractivo en aquellos días. Con el tiempo, comencé a encontrar el libro demasiado edulcorado. ¿Cómo podían ser todas ellas "tan buenas"? ¿Qué pasaba con el genio de Jo, ese genio que yo también poseía? No era creíble que una persona como ella aguantara a la tía March sin ningún estallido..., aunque luego se arrepintiera. Una siempre se arrepiente luego..., pero en el momento...
"Cuando me encargaron la traducción de Mujercitas me hice la pregunta que ahora, supongo, se harán muchos lectores: ¿por qué otra traducción de un texto tan conocido? Al poco de empezar el trabajo, comprendí que la respuesta era más interesante que la pregunta: porque no es cierto que conozcamos la verdad de esta novela"
Traducción y prólogo de Gloria Méndez
Yo tenía razón. Esta nueva edición confirmó mis sospechas.
"-Lo mío es mucho peor -aseguró Jo-. ¿Qué te parecería estar encerrada durante horas con una anciana histérica y tiquismiquis, que no te deja descansar ni un minuto, que nunca está contenta y que te da tanto la lata que al final te entran ganas de abofetearla o de escapar por la ventana?"
Esta sí era mi Jo. Esta soy yo.
Cuando alguien que quieres te regala un libro especial para ti, ese libro se convierte en un tesoro. Lo mejor de esta nueva edición es algo que sólo yo tengo. La dedicatoria de mi hijo:
"Dicen que todas la mujeres tienen una "mujercita" interior. Tu eres una mujercita, con una Tana interior."
Sé pintó una enorme sonrisa en mí al leer esto... ¿A que acertó?

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martes, julio 04, 2006

Mi Pere Lachaise

No me gusta ponerme en lo peor. Me da la impresión de que aceptar la posibilidad de lo terrible, es como abrirle la puerta y franquearle la entrada.
Así que cuando alguien conocido sufre algún tipo de cataclismo, yo estoy allí para que no se derrumbe, para que no pierda las esperanzas, intentando cerrar esa puerta a los malos augurios a base de abrazos cálidos y sonrisas.
Pero a veces..., a veces no es suficiente. La enfermedad empuja con su ariete, venciendo mi resistencia. Entonces me quedo desarmada y cual espejo, la pena de los que quiero se refracta en mí, se multiplica.
Esta vez he perdido la batalla; en la batalla, una víctima: el marido de mi amiga.