Mi Pere Lachaise

Así que cuando alguien conocido sufre algún tipo de cataclismo, yo estoy allí para que no se derrumbe, para que no pierda las esperanzas, intentando cerrar esa puerta a los malos augurios a base de abrazos cálidos y sonrisas.
Pero a veces..., a veces no es suficiente. La enfermedad empuja con su ariete, venciendo mi resistencia. Entonces me quedo desarmada y cual espejo, la pena de los que quiero se refracta en mí, se multiplica.
Esta vez he perdido la batalla; en la batalla, una víctima: el marido de mi amiga.
4 Comments:
Lo lamento.
Yo también soy de los que luchan hasta el final y no suelen doblegarse ante las circunstancias. Pero a veces la vida nos pega una patada en... el estómago.
Un abrazo.
Ánimo, sé que no es mucho pero a veces lo único que nos consuela de esa amargura es saber que hicimos todo lo que estaba en nuestra mano para evitarla.
¡Qué razón tenéis! Gracias por vuestras palabras :)
Yo también lo lamento mucho, esa impotencia duele tanto que desgarra, pero tu cariño ese regalo que ofreces a quienes tenemos la suerte de compartirte de una u otra manera es un soplo de esperanza, seguro que tu amiga respirará mejor sabiéndote a su lado, a pesar del gran dolor que debe de sentir.
Un abrazo y ánimo tana
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