El recuncho de Tana

Todos necesitamos un lugar propio. Un sitio seguro desde el que asomarnos a esa niebla en la que nos arriesgamos a pescar dulces sueños... o ácidas pesadillas. Éste es el mío.

Nombre: Tana
Ubicación: Zaragoza, Spain

Érase una vez una mujer que buscaba. Encontró la perfección en la combinación de las palabras y el silencio. Y por eso, siempre estaba acompañada de libros. No renegaba de sus rarezas, se complacía en ellas. Era un poco desastre, pero auténtica. Sí, yo soy ella. A veces dura, a veces tierna... siempre imperfecta.

domingo, diciembre 31, 2006

El último día del año...

... comienza temprano, todavía no hay luz. Ni siquiera Balzac se ha despertado. Me arrebujo bajo el edredón sin moverme, y pienso en este año que está a punto de acabar y en lo que durante él me ha sucedido: lo que he encontrado, lo que he perdido...
Anne Finger escribió: "En parte, superar algo consiste en saber que nunca terminarás de superarlo". Nunca. Eso es mucho tiempo, pero quizás tiene razón y el quid consiste en no intentar superarlo, sino en aprender a vivir con ello.
En ese preciso momento, Balzac decide que ha llegado la hora de los mimos. Sus bigotes tantean con cuidado mi cara y se tiende a mi lado. Pone su cabecita en mi cuello, ronronea y mulle mi cabello con cuidado.
La luz se va filtrando por las rendijas de la persiana y la casa y sus habitantes se van depertando. Me sacudo la modorra del ronroneo y el calorcito de mi cama, y preparo un té con especias: pimienta negra, canela, cardamomo, clavo..., lo bebo a sorbitos mientras leo uno de los relatos de "El síndrome de Chéjov", de Miguel Ángel Muñoz. Doy gracias mentalmente a Miguel Sanfeliu que lo recomendó en su blog y a la amiga más antigua que conservo, que me lo ha enviado como regalo de Navidad.
Después de la lectura, recojo la mesa y me siento preparada para hacer lo que el resto de los días: vivir.

sábado, diciembre 23, 2006

La Navidad de Alicia


Se mantenían en pie aquellas fiestas de diciembre por ilusión, que no por creencias. Alicia tenía, durante unos días, su País de las Maravillas: exquisitas pequeñeces que paladear y un alegre colorido por doquier. Eran los tiempos en los que hacía pequeños milagros provista tan solo de una portentosa imaginación y una fuerte dosis de amor incondicional.

Llegó un momento en el que las buenas intenciones no fueron suficientes y la ilusión se le fue quedando en los recodos del camino. Un día, de repente, se contempló como si no lo hubiera hecho nunca antes. De nuevo era Navidad, pero los colores no le parecían tan vivos, las exquisiteces tenían demasiadas calorías y la cinta azul de su melena estaba tan ajada como una peluca de muñeca vieja.

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miércoles, diciembre 06, 2006

Perfume de otoño. Las setas.


Las setas huelen a secreto bien guardado, a penumbra y a tiempo pasado. Inspiro, con los ojos cerrados, y una imagen asalta mi mente: antiguas cartas de amor atadas con una desvaída cinta rosa, amores imperecederos, amores de alma, no de piel.
Pero ya nadie escribe cartas.