A veces el azar toma parte en nuestras vidas y he estado a punto de tener que hacerlo, desaparecer sin un último post, una última reseña. Y no es que quisiera. Deseaba cumplir mi promesa, pero mi memoria para claves y cuentas, había convertido mis archivos en una espesa sopa de letras y me era imposible acertar la contraseña. Dicen que para todo hay una razón, así que supongo que también la ha habido para esto. Quizá fue un tiempo de reflexión obligatorio, quizá una pausa con la esperanza de retomarme y continuar. Pero continuar..., no puedo. Muchas cosas han cambiado en mí. He mudado de piel y no soy la misma de estos textos. A veces vengo de puntillas y me paseo por ellos. A veces me reconozco en algún trazo que permanece en mí. A veces, sonrío y me leo desde afuera, como leería cualquier artículo de un blog que todavía no conociera...
A aquellos lectores ocasionales que se pasearon por este espacio, aunque no dejaran huella alguna: gracias.
Pero mil gracias, gracias de corazón -y no de esas que decimos "por buena educación"- a todos y cada uno de aquellos que me visitasteis con asiduidad convirtiendo este recuncho en una agradable tertulia durante casi dos años. Tened por seguro que, aunque con piel renovada y desconocida, seguiré acudiendo a vuestros cuartos de sosiego para leeros y seguir compartiendo. Quizá me reconozcáis, quizá no. Pero estaré allí. Eso, también lo prometo.
Mil besos estivales, en este beso que os dejo.