El recuncho de Tana

Todos necesitamos un lugar propio. Un sitio seguro desde el que asomarnos a esa niebla en la que nos arriesgamos a pescar dulces sueños... o ácidas pesadillas. Éste es el mío.

Nombre: Tana
Ubicación: Zaragoza, Spain

Érase una vez una mujer que buscaba. Encontró la perfección en la combinación de las palabras y el silencio. Y por eso, siempre estaba acompañada de libros. No renegaba de sus rarezas, se complacía en ellas. Era un poco desastre, pero auténtica. Sí, yo soy ella. A veces dura, a veces tierna... siempre imperfecta.

sábado, septiembre 16, 2006

Las mujeres entienden

En la película "Cosas de mujeres" lo dicen las protagonistas varias veces: las mujeres entienden. Creo que tienen razón. Podemos tardar más o menos, pero acabamos entendiendo, y diciendo abiertamente lo que nos gusta y lo que no.
-¡Por favor, señor, ayúdame, déjame descansar un poco! ¡Tranquilo, tranquilo, tranquilo...! (Practicamente agotada)
-Cora, ¿Estás bien?
-No. Si. No, no, no lo estoy. Es horrible. Esto es un infierno. Primero hay que alimentar al bebé, luego cambiar al bebé y el bebé debe dormir, pero no lo hace y llora, y luego tengo que lavar toda su ropa porque siempre saca algo de un extremo o de otro, así que si él duerme, yo lavo, y luego se despierta y todo vuelve a empezar y no consigo sentarme; y estoy empapada de leche y de sudor y lo detesto. Creí que sería una experiencia preciosa. Nadie me avisó. (Desesperada y al borde de las lágrimas)
-Necesitas salir.
-¿Y tú..., por qué lloras?
-No puedo evitarlo, siempre lloro cuando lloran los demás. No es nada..., es porque mi marido es un cabrón.
-Necesitas salir. (Risas mezcladas con las lágrimas).
Es cierto, nadie nos avisa, pero aunque lo hicieran... ¿Quién no se ha sentido desbordada alguna vez? ¿Quién? Y no creo que tenga mucho que ver con la edad de la madre. Habrá quien me diga que una maternidad más consciente, aquella que se disfruta a partir de los treinta y tantos, hace que te tomes las cosas con más serenidad. ¿De verdad? Cuando tienes a dos niños pegados a tus faldas, dos niños chiquitos, cuando no sabes lo que es ir con la camisa limpia porque se te desborda la leche al escuchar el llanto del bebé, cuando no has tenido tiempo de limpiar su última regurgitación sobre ti, amen de la mancha de la chocolatina del mayor, cuando no encuentras tiempo para leer, ni tan siquiera para dormir todo lo que necesitarías... entonces poco importa que tengas veinte o treinta y tantos: estás desbordada. ¡A la mierda con la serenidad! Darías cualquier cosa por tener un rato de paz, una conversación adulta, con adultos de verdad... aunque probablemente te quedarías dormida sin escuchar una palabra.
Pasé por todo eso y sobreviví. Ahora mis amigas tienen sus niños pequeños, las veo agotadas ya al punto de la mañana, mientras yo me voy a la nueva taberna irlandesa a tomarme un café con mi hijo mayor, que me ha invitado a ir con él y sus amigos. Charlamos, reímos, me enseñan los diseños que han elegido para sus tatuajes; mi hijo me invita a hacerme el segundo de los míos, le digo que lo pensaré, me atrae la idea pero debo buscar con calma la ubicación y el motivo. Compartimos tanto...
Puede ser que me perdiera muchas cosas, por ejemplo, el salir de discotecas. ¡Y me gustaba tanto bailar...! Me gusta bailar y lo sigo haciendo. Sólo que ahora no necesito público. Me pongo lo que me gusta... y bailo sola.
No puedo decir cuál es la edad idónea para parir los hijos y criarlos, sólo sé que ahora no tendría fuerzas para ello. Quizás es que hace ya muchos años fue "mi momento".

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7 Comments:

Anonymous Anónimo said...

A cada una su momento es el que le toca y cuando lo pasa de nada sirven los ánimos ajenos sólo las propias fuerzas, pero los niños crecen y llega incluso una etapa, en la adolescencia, que echas de menos aquellos tiempos de los biberones... Un besote.

11:40 p. m.  
Blogger Lúzbel Guerrero said...

He visto lo que narras, y siempre me he preguntado como pueden soportarlo. Si la maternidad dependiera de los hombres no existiría el calentamiento global, ni las tensiones políticas, ni las ciudades, sólo un montón de bichos iguaniformes correteando por ahí.

9:23 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Tana hoy tu post me ha llenado de ternura, casi que he estado a punto de irme a tomar algo contigo y con tu hijo, me encanta sentir que te comprend y que comparto muchos de esos sentimientos contigo.

Un fuerte abrazo

9:40 p. m.  
Blogger Miguel Sanfeliu said...

Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.

9:51 p. m.  
Blogger Miguel Sanfeliu said...

Totalmente de acuerdo.
Llega un momento en que lo mejor de visitar a amigos que tienen niños pequeños es cuando regresas a casa.
Y eso que los míos aún me dan guerra, pero ya es de otro tipo.
Un saludo.

9:53 p. m.  
Blogger Lúzbel Guerrero said...

Me ha encantado la fauna de lavadora, gracias.

11:45 p. m.  
Blogger Tana said...

Bueno, Elbúcaro, si que se echa de menos la época de biberones, pero muy poquito, no sé yo si más adelante ;)
Jajaja... ay Luzbel, no sé yo, no sé..., ¿No serán esos los bichitos que recorren tus dominios ;)?
Brisa, qué gustito verte aquí. Y sí, me pasa a mí otro tanto con muchos de tus escritos. ¿Espíritus afines?
También los míos me dan otro tipo de guerra, Miguel, cada edad tiene sus cosillas, y no todas buenas, por supuesto; pero hay que saber encontrarle el encanto a cada una, que también lo tiene.
Me alegro de que te gustara el mail, Luzbel. Me acuerdo de ti cuando veo algo interesante :)
Un besazo para tod@s!!
Por cierto, hay un comentario eliminado y no recuerdo haber borrado ninguno, espero no haber metido la pata y no ofender a nadie con ello. Si lo borré, ha sido sin querer -y no sé cómo recuperarlo- aysss cuánto tengo que aprender!!!

9:03 a. m.  

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