El recuncho de Tana

Todos necesitamos un lugar propio. Un sitio seguro desde el que asomarnos a esa niebla en la que nos arriesgamos a pescar dulces sueños... o ácidas pesadillas. Éste es el mío.

Nombre: Tana
Ubicación: Zaragoza, Spain

Érase una vez una mujer que buscaba. Encontró la perfección en la combinación de las palabras y el silencio. Y por eso, siempre estaba acompañada de libros. No renegaba de sus rarezas, se complacía en ellas. Era un poco desastre, pero auténtica. Sí, yo soy ella. A veces dura, a veces tierna... siempre imperfecta.

miércoles, noviembre 02, 2005

Bienvenido, Otoño.


Esta mañana, en mi casa, flotaba un aroma dulce que me dijo que la puerta al otoño se ha abierto. El ligero perfume -una mezcla de manzana ácida, pasas aromatizadas con ron, crepes, canela y caramelo- que me dio los buenos días, me puso de buen humor. Sí, realmente el otoño está aquí.
Ayer fue día de antiguas tradiciones; tradiciones que yo cambié por otras nuevas hace unos años.
En el pueblo, me gustaba ir a pasear al cementerio en los días previos a la fiesta de Todos los Santos. Tenías oportunidad de ver a las vecinas afanadas en limpiar los panteones, acudir a la fuente a por el agua para las flores y aprovechar para echar una parrafadita con según qué personas, que no habían visto desde el año anterior.
Me gustaba ir sola. Yo no estaba encargada de ningún panteón, pero visitaba a toda mi familia. Cuando el tiempo acompañaba, no me importaba demorarme. No me saltaba ninguna visita. Me quedaba ante las lápidas y aunque no rezaba -nunca se me ha dado bien-, iniciaba un monólogo interno con cada familiar poniéndole al tanto de lo acontecido en el último año. Si me han animado toda mi vida a creer que Dios puede escuchar las plegarias, ¿Por qué no he de creer que mis ancestros puedan escucharme si les hablo?
Al mudarnos a Zaragoza, la fiesta dejó de tener sentido. Nadie esperaba mi visita en el macrocementerio de la ciudad. Así que comencé a celebrarla de otra manera. Todo el mundo sabe que me gustan las velas, pero el día 1 de noviembre, en mi casa, estoy pendiente de que la luz no se apague en todo el día. Por si ellos deciden hacerme la visita que yo les devuelvo cuando voy de vacaciones, por si pueden asomarse a sus ventanas y sentir que les pienso.
Y aún hay una segunda parte de esta fiesta que celebro también: la que dicen, más comercial.
Hace años que tengo mi sombrero de bruja -un sombrero que llevo puesto desde primera hora de la mañana, justo cuando comienzo a jugar con la alquimia de mi cocina-, que combino convenientemente con mis ojos y labios, decorados más de lo habitual para la ocasión. Preparo la pasta para los crepes y mientras reposa, pelo y corto en láminas un par de kilos de manzanas ácidas -Reinetas o Granny Smith-. Las pasas suelo dejarlas marinándose en ron durante toda la noche. Luego no tengo más que dejar que se pochen en margarina, a fuego lento, dando vueltas de vez en cuando con mi cuchara de palo. Mientras el olor se va extendiendo por toda la casa -casi puedo verlo, como en los comics, colarse bajo la puerta del dormitorio de mis hijos para hacerles cosquillas en la nariz-, pongo una vieja sartén al fuego. Realmente parece la sartén de una bruja, ennegrecida, por más que la rasque con las nanas -nunca por dentro, por supuesto-, pero en ella no se pega nada y eso... no tiene precio. Y es así, mientras la manzana se pocha y voy cuajando los crepes en mi vieja sartén, que le doy la bienvenida al otoño, mi estación favorita.
Para terminar, disfruto de la película de Tim Burton "Pesadilla antes de Navidad". En un principio, verla durante la sobremesa, paladeando esos crepes que rellenamos de azúcar y canela, nata montada o caramelo, fue tradición. Ahora que los niños han crecido, prefieren ver otras películas, así que ésta, en concreto, me la guardo para la tarde. Cuando ya todo está recogido y el salón sólo recibe la dorada luz de las velas, me siento en mi sillón orejero y frente a la pantalla, a ratitos, canturreo... "en la ciudad, que es mi hogar, el día de difuntos voy a celebrar; esto es Halloween, esto es Halloween, brilla la luna en la oscuridad..." y como por el rabillo del ojo les veo llegar, ya no me sobresalto con alguna risita ocasional que me llega desde algo más allá de la espalda de mi sillón.

10 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Ya veo que lograste dejarme un comentario ;) Cada uno tenemos nuestra forma de acercarnos a aquellos seres queridos que nos abandonaron. La tuya me parece peculiar y original, pero cualquiera es buena si logramos que el recuerdo cariñoso de esas personas florezca en nuestro interior. Biquiños.

10:41 p. m.  
Blogger Alphonse Zheimer said...

Buenas noches Tana; es de perdona educada agradecerte la visita, pero debo darte las gracias, sobre todo, por el placer que he sentido al leerte: Sé que leeré tu blog a partir de mañana, remontando, a contracorriente, tu vida, o mejor dicho, tu forma de deasplegarla con pericia literaria ante nosotros. He encontrado guiños suficientes en tu preámbulo, para saber que volveré. Creo que Zaragoza tiene algo especial, de allí sólo me llegan mercedes.

12:47 a. m.  
Blogger Portarosa said...

Qué bonito. Parece todo muy agradable: el ambiente de tu casa, que tú tengas el ánimo de hacer eso, el olor y tu disfraz, comer, tus hijos, las velas. Muy agradable, todo.

Un beso.

12:09 p. m.  
Blogger Max Estrella said...

Me he puesto por un momento en el papel de tus hijos,recordando el sabor de los dulces y a ti con ese sombrero de bruja.Me parece un relato delicioso y no solo por la receta,sino por la sensibilidad,sencillez y lo cadencioso que destila.
Qué razón tienes,la fiesta de los santos es distinta en la ciudad,la urbe lo despersonaliza todo.
El otoño también es mi estación preferida,yo soy de los románticos de otoño.
Bicos,Tana.

5:15 p. m.  
Blogger nacho said...

¡Que bien huele tu post! Seguro que las brujitas merodeaban tu casa por lo bien que olía.

7:13 p. m.  
Blogger Brianda said...

Está claro: tendremos que formar ese club del otoño ;) una mezcla de manzana ácida, pasas aromatizadas con ron, crepes, canela y caramelo... y las mandarinas?? te olvidas de las mandarinas!! no hay otoño que no huela así :)
Un besote!!

11:01 p. m.  
Blogger Alphonse Zheimer said...

Buenos días Tana, no he sido capaz de seguir tu estela neblinosa y no tengo tu correo electrónico. Al leer la enigmática frase me dije; ¡Ah, esto es entonces lo que quiere decir "view my complete profile"!y allí fuí con la esperanza de poder escribirte. No había dirección de E- Mail, pero me encantó saber que "El olor de la papaya verde y Amèlie, figuran entre tus películas favoritas, también lo son mías. Creo que tu afición a la fotografía tiene algo que ver con tu predilección con la primera, lo de la segunda es más fácil, ¿hay alguien sobre la faz de la tierra a quien no le haya hechizado ese film?
¡Uf, vaya comentario te he dejado!; a falta de estela neblinosa..., buenos son los comments. Que tengas un domingo memorable.

12:20 p. m.  
Blogger Unknown said...

me encanta tim burton¡¡¡ y esa peli es genial¡¡¡ simplemente genial¡¡¡ yo la veo en cada navidad¡¡¡ me encanta¡¡¡¡ bienvenid@ al otoño¡¡¡

6:01 p. m.  
Blogger Tana said...

Elbúcaro :)
Gracias por tu visita, Omar Muharib
Y eso que faltaron las castañas, Portorosa ;)
No sé qué podré dejarles a mis hijos, Max, pero si consigo que les quede un recuerdo de esto que os he contado y que llegado el día, sean capaces de decir: ¿Te acuerdas de mamá con su gorro de bruja y lo buenos que estaban los crepes de Halloween? Me sentiré satisfecha.
¡Nunca he visto ese corto de Tim Burton! ¿Es reciente, Pirata?
El olfato, un sentido tan importante y poco elogiado, sin duda. Gracias por tu visita, Nacho.
¡Ay, Brianda! Si es que tienes mucha razón, pero que mucha, al nombrar las mandarinas. Pero la explicación de su ausencia, la dejo quizás para un próximo artículo, vale? Gracias mil por tu visita!!! :)
Gracias, Meka!! Un bico!!

7:21 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Preciosa manera de relatar una día de todos los santos. Me parece muy bonito que conserves para ti la tradición de ver "pesadilla antes de navidad", hay rituales, como ese, que son mágicos.

Yo, este año especial y trascendental para mí en algunos aspectos, me he decidido a cocinar, pero no crêpes sino panellets que son el dulce típico de mi tierra para el día de Todos los Santos. A mis familiares les echo de menos cada día y no, no les visito, pero sí les hablo.

Tenía pendiente desde hace mucho una visita larga a tu blog y me ha atrapado desde el principio.

Volveré a menudo.

Saludos

11:59 p. m.  

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