Poesía enlatada en el lujo de un cuatro estrellas
Un moscardón bailaba break sobre sus alas, zumbando contra el suelo de mármol blanco. Todavía escucho el crujir del zapato negro que se lo apropió; perfecta serigrafía para su suela.Quedaron siete moscas viudas recorriendo la sala en su duelo.
Una mujer con dos relojes, no parecía tener prisa; mientras, el poeta desgranaba versos asépticos, tan fríos como el aire acondicionado que me erizaba la piel y los pezones. Enrojezco y sólo espero que no se noten -contrapunto carnal y libidinoso, no pega en un ambiente tan selecto-.
Palabras, palabras, palabras vacías rebotando en la sala. Yo sólo tengo un reloj, que me dice que es tarde; y siento que mi hambre de calor será saciado tan solo en casa, por aquellos que me esperan.
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